miércoles, 24 de junio de 2015

fuiste tú

Realmente pensé que teníamos algo. Resultó que estaba equivocada.
Por lo general no pienso mucho en ti. Solo cuando te mencionan es que llegas a mi mente. Al escribir, tengo más inspiración en el presente, o algún chico del pasado, pero no en ti. Me dejaste indiferente, pero no puedo negar que dejaste tu huella en mí.
Te encuentro en pequeños recuerdos y situaciones que me rodean, pero no estás en el panorama general de mi vida. Hay palabras que solo usábamos juntos y tienen un gusto a ti, o chistes que te gustaba hacer. Más que eso, no me dejaste el aroma del desamor tan impregnado en el cuerpo. Fue, y fue triste, pero ya pasó. No me lo lamento, pero hoy he decidido pensarte.
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Fuente.
Es gracioso, ¿sabes? Porque no siento la tentación de hablarte, aún en esas noches en que tengo unas copas en mi cuerpo y todos temen llamar a sus ex. Eso no me pasa a mí, pero sí esto: tengo que decirte todo lo que siento, más bien lo que sentí. Porque me cambiaste, y aunque no te piense todos los días, eres una persona difícil de olvidar. Eres una persona especial y te colaste en cada rincón de mi existencia. Me acostumbré a ti y quería tenerte más tiempo en mi vida, de la manera en que solo nosotros funcionábamos.


Con tu adiós me cerraste una puerta que no pretendí ni pretendo abrir más. No lo comprendo, pero acepto el rumbo que han tomado las cosas. Tu frío generó un muro de hielo entre los dos, y no me importa lo que estés haciendo ya. Solo espero que estés bien. No me arrepiento, ni lloro por las noches, porque sé que yo lo intenté – simplemente no estabas preparado para el amor que te tenía que dar.

Turismo emocional...

Todos tenemos un amor que nos complica la vida, o al menos eso dice la canción. ¿A quién no le ha pasado? Esa estrella fugaz que aparece y desaparece; esa amistad que te tortura porque siempre necesitas más; que a veces está presente y otras simplemente no muestra ninguna señal, para después volver a nosotros con toda naturalidad.
No sabemos si sonreír, pelear o disfrutar; quizás puede que nos salga un reproche, y gritarle, ¿dónde rayos estabas? Consigue convertirnos en un ser bipolar; tal vez sea por cuánto la extrañamos durante todo ese tiempo en el que se alejó, y es que nos encanta tenerla cerca, porque a su lado todo nos sale natural. Es una especie de paraíso, nos gusta lo que somos y nos encanta lo que es; simplemente se trata de cómo nos sentimos y de que con esa persona podemos ser lo que somos y opinar sin temor, hablar de tantas cosas que el tiempo se hace insuficiente aunque sumemos el de los dos.
¿Tenemos pareja? Para estos fantasmas emocionales eso no importa, porque saludar de la manera más informal les sale con frescura, como si no pasase nada; puede escribir a la hora que quiera, y si nos preguntan quién es, sale fácil esa mentira de “una amiga más”. Pero, ¿y si estamos solos? Comenzamos a imaginar cómo sería si compartimos todos los días, ¿será que podríamos ser novios, o es mejor que sea simplemente una “amiga”?
“Arriésgate a ver qué pasa”, sugerirán algunos, esas personas que desde afuera lo ven y creen saber lo que está ocurriendo, pero eso no es verdad. La realidad de todo este enredo es que ambos solo servimos para esto; querernos por ratitos, prenderle fuego a la amistad; vas y vienes cuando quieres porque lo tuyo y lo mío se define así, es puro turismo emocional.
Nos alegra el día y nos quiebra cuando se va, pero siempre tenemos en cuenta que no es una despedida, porque en cualquier momento aparecerá. ¿A quién explicarle lo que sentimos? Es un sentimiento siempre latente dentro de tanta inestabilidad; pero no tiene nombre ni apellido y aunque te digan “lo entiendo” no tiene sentido tratarlo de explicar.
Siempre nos deja un recuerdo y todo el tiempo tiene algo que nos quiere enseñar; es un viaje a ese lugar que solemos disfrutar y nunca olvidar. Es la emoción de lo nuevo y la atracción por lo inusual; sabemos que ambos queremos y aun así no hay ninguna seguridad. Todos sabemos que cuando estamos en esa cuerda floja sentimental, por más que a veces nos desesperemos, queremos seguir y llegar al final. Un final que en realidad es comienzo, donde todo se va a materializar; nos vemos, disfrutamos el viaje y hasta una próxima oportunidad.

sábado, 6 de junio de 2015

el amor equivocado en el momento perfecto

¿Cuántas veces has escuchado la frase “no estoy en un buen momento”? ¿Y cuántas has dicho tú “quizás más adelante, ahora no me siento preparada…”? Seguramente muchas. Por eso, cuando estamos conociendo a alguien y llega “la conversación” y aparece la palabra momento o algún derivado de ésta, sabemos, aunque nos duela, que estamos a punto de recibir la excusa más temida por hombres y mujeres, es la nueva forma de decir “no eres tú, soy yo”.
Que es una excusa es algo que está claro, pero el tema va más allá: ¿es una excusa verdadera? Es decir, ¿existe realmente el momento adecuado para algo cuando hablamos de amor? Es la eterna pregunta que nuestro peculiar cerebro crucigrama intenta descifrar, y aunque hay preguntas que no tienen respuesta, como a mi me va la aventura, intentaré daros una.
“Fue el amor perfecto en el momento equivocado”. Mítica frase que hemos utilizado todos y todas un sinfín de veces, tanto para nosotros mismos como para dar nombre a las historias de nuestros conocidos. En cambio, a mi me gusta más “fuimos el amor equivocado, en el momento perfecto” porque esta, a diferencia de la anterior tiene una explicación mucho más fácil y lógica, por lo que nos ahorraremos las comeduras de cabeza y los noches en vela.
La primera cosa que tenemos que tener clara es que somos una generación a la que no le va lo complicado, ya bastantes problemas tenemos en pensar en qué nos deparará el futuro como para encima meternos en líos amorosos, porque sí, el amor, a largo plazo, es igual a “parte de mi felicidad va a depender de otra persona” y eso nos asusta, a ti, a mí y al vecino de enfrente.
Vamos a ponernos en situación. Hace un tiempo que ha roto con su pareja, está empezando a disfrutar de la soltería, de sus amigos, familia, iniciándose en nuevos proyectos profesionales y personales…y de repente, se cruza en su camino una persona dispuesta a enamorarle y marcar un antes y un después en su vida. Pero su vida le gusta tal y como es y tiene claro que nadie, absolutamente nadie, va a cambiar eso, ni a su vida ni a él. Las primeras semanas cuando estás en el momento álgido de la ilusión y la idealización no se piensa, solo se siente y te dejas llevar por las sensaciones. El problema aparece cuando empieza a sentir (y tú empiezas a notar) que lo que una vez fue una motivación para despertarse sin alarmas dispuesto a comerse el mundo, ahora empieza a convertirse en una carga, porque sin ningún motivo aparente esa ilusión que le impedía ver más allá, se ha quedado en el camino. No busques una explicación, lo bonito de los sentimientos es que no la tienen. Al grano. No está enamorado ni predispuesto a estarlo y cuando no hay amor, nunca es ni será el momento adecuado, por lo tanto, primera conclusión, no existe el amor perfecto en el momento equivocado.
¿Entonces el problema cuál es? ¿Yo? Ni tú eres el problema ni lo es él o ella, el problema sois los dos. Tú tienes ganas de enamorarte y él no las tiene, tú tienes predisposición para tirarte a la piscina aunque no sepas si podrás nadar, y él ni siquiera tiene intención de ponerse el bañador, y el motivo no importa, es así y punto. Y es que quizás, es el momento perfecto para que sea así, todo pasa por algo; hay personas que se conocen en el “momento equivocado” para más adelante reencontrarse en el momento perfecto, y hay amores equivocados que llegan en el momento perfecto para darte una lección de vida y es entonces cuando comprendes que cada persona llega justo en el momento que tiene que llegar. En el momento idóneo para empezar de nuevo o cerrar el libro y darte cuenta de que necesitas leer otro género; en el momento perfecto para aprender algo, para hacerte más fuerte, para crecer; en el momento clave para conocerte un poco más, porque al fin y al cabo, el único, la única que importa, eres tú.