domingo, 31 de mayo de 2015

Diferencias entre estar enamorado y amar a alguien

Tardé mucho tiempo en aprender la diferencia entre estar enamorado de alguien y realmente amar a esa persona. Y lo aprendí de la manera más difícil.
Hubo corazones rotos repetidamente durante años. Aunque me hubiese gustado no sufrir tanto, las experiencias que aprendí me enseñaron más que cualquier otra cosa.
Crecí con cuentos de hadas e historias de amor que me enseñaron a creer que enamorarse y amar a alguien eran la misma cosa. Pero esto no podía estar más lejos de la realidad.
Estar enamorado de alguien y amar realmente a esa persona son dos cosas completamente diferentes. Ser capaz de aplicar este conocimiento a tus propias relaciones es la clave para construir una relación que dure en el tiempo.
1-1306010T019-50
Aquí te mostramos algunas diferencias entre estar enamorado y amar a alguien:

Cuando estás enamorado de alguien, quieres tener a esa persona. Cuando amas a alguien, necesitas a esta persona

Estar enamorado se trata de querer tener parte de la otra persona. Es creer que esta persona es tan maravillosa, que quieres que él o ella sean parte de tu vida. Parte de ti. Cuando te enamoras de alguien, sientes una necesidad intensa de consumir tiempo junto a esa persona.
Estar enamorado es creer que necesitas a alguien para ser feliz.
No quieres tenerlo, o más bien, no te basta con tenerlo. Necesitas a esa persona para vivir una vida feliz y saludable. Tu felicidad, literalmente, depende de eso.
Necesitas que esta persona sea parte de tu vida de una u otra forma, no porque quieras ser dueño de parte de este ser humano, sino porque quieres darle a él o a ella una parte de ti mismo: amar a alguien es sentir que valen tanto como para entregarles parte de ti.
No se trata de apropiación, se trata de querer lo mejor para esa persona: algo que, a veces, involucra dejarlos ir.
835

Cuando estás enamorado de alguien, tus emociones siempre están al 100%. Cuando amas a alguien, los sentimientos van y vienen

Te sientes como si estuvieses flotando sobre una nube. Te sientes así sólo con estar enamorado de esta persona, y es una sensación que no quieres dejar ir.
Nadie quiere dejar de sentir algo así,  y ese es el problema: llega un momento en que te bajas de la nube.
Amar a alguien no es tanto sobre las emociones, tiene más que ver con los pensamientos.
Pensar en alguien, querer lo mejor para ellos, hacer lo que puedas para hacerlos felices y preocuparte de ellos tanto, o más, de lo que te preocupas de ti mismo: eso es amor. Las emociones que vienen con el proceso son beneficios adicionales.
Una vez que pasas la etapa de simplemente estar enamorado de alguien a comenzar a amarlos, tienes que aprender a dejar ir esta sensación de estar en una nube y aprender a vivir con emociones menos estridentes.
tumblr_ndfx7ddqdP1rizz8go1_500

 Cuando estás enamorado de alguien, crees que te importa esa persona más de lo que en realidad es. Cuando amas a alguien, te preocupas de esa persona más de lo que te das cuenta

Enamorarse es mucho más fácil que amar. Cuando estás enamorado, los químicos presentes en tu cerebro y cuerpo te hacen sentir como si esta persona fuera la mejor persona del mundo.
Crees que este ser humano es la persona más increíble con la que jamás te hayas encontrado. Lamentablemente, esta forma de pensar acaba cuando pasa el enamoramiento.
Es fácil reconocer cuándo estás enamorado porque te hace sentir una necesidad constante. Por otro lado, amar, no te da recordatorios tan constantes.
Cuando realmente amas a alguien, dichos momentos de separación y pérdida te sobrepasan con la emoción. Muchas veces las personas olvidan cuánto aman a alguien, o a veces no se dan cuenta, hasta que la vida los obliga a recordar.
autumn-love,-autumn-kiss,-autumn-couple,-autumn-hug,-iubiri-de-toamna,-cupluri-toamna,sarut-printre-frunze,-toamna-love-(15)

 Cuando estás enamorado, puedes desenamorarte de esa persona. Cuando amas a alguien, nunca dejas de amarlo

Si puedes enamorarte de alguien entonces ya saber que puedes, igual de fácil, desenamorarte de esa persona.
Estar enamorado, y todo lo que se relaciona con el amor romántico, es en su mayoría el resultado de lo que nuestra mente elabora. Nos permitimos enamorarnos al ver de manera romántica al individuo así como también a la relación. Cuando estás enamorado, la realidad no siempre es lo mismo que tú ves.
Amar a alguien es algo que te define: define quién eres. Quienes nunca nos dejan son las personas a quienes amamos.
Pueden irse, o salir debido a otras razones de nuestra vida, pero nunca se van de nuestra mente. Su recuerdo nos provoca emociones fuertes. Su presencia en nuestras vidas tiene una influencia tan importante en nosotros que, debido a ellos, somos personas diferentes.
Cuando amas a alguien, no puedes dejar de amar a esa persona, ya que requeriría dejar de amar a una parte de ti mismo.
Y tú, ¿amas a esa persona o estás enamorado de ella?

no soy tonta

Yo soy la que decide qué quiero en la vida, y no es tu trabajo juzgarme.
A mis 26 años, he pasado por muchos dramas sentimentales. Desde un ex que fue mi sombra por años, hasta ser la inseguridad andante.
Mis nuevos amores no soportaban el drama que me rodeaba. Realmente parecía que un guionista de telenovela me había elegido para protagonizar sus ficciones. Me di cuenta que, en parte, todo se relacionaba con mi manera de cerrar capítulos o, mejor dicho, de no cerrarlos. Hasta que llegó un momento en el que dije “basta“.
En estos últimos meses, me he cruzado con muchos hombres que no valen la pena. Pero en lugar de ponerlos en su lugar y molestarme por cómo actuaban conmigo, decidí no darle importancia a ese tipo de cosas en mi vida. Decidí darles la prioridad que merecen, al final de todo lo demás. Y no porque ellos lo crean, por tratarlos así, soy una tonta.
mujer12Fuente: We Heart It.
No soy tonta por permitir que un ex, que en su momento me causó los mil y un daños, vuelva como si nada hubiera pasado y me proponga que seamos “amigos”. Él ya no me importa, no me causa dolor, o indignación, simplemente levanto la bandera blanca.
No soy tonta por permitir que gente que me dio la espalda, vuelva de vez en cuando a hablarme de sus problemas. Si lo permito es por algo. No me hace una persona vulnerable, sino que me hace más compasiva y fuerte de lo que ya soy.
mujer11Fuente: We Heart It.
No soy tonta por pensar (casi) siempre lo mejor de las personas. No podemos encasillar a todos por un par de malos ejemplos con los que nos cruzamos en la vida.
Prefiero llevar una vida tranquila y sana. He cometido errores conmigo misma al darle mucha importancia a ciertos temas que terminan desgastando, haciéndote sentir mal y hasta consumiendo casi toda tu energía. Dejándote sin nada más que malos sentimientos.
He decidido estar tranquila conmigo misma, a mi manera, con mis reglas. Dejando de priorizar cosas que no deberían.
He decido ser una tonta feliz, alejada del drama y enfocada en mis proyectos. Y esa es mi decisión.

Costes de oportunidad.

Aquella noche, cuando ya llevábamos varias copas de más y un par de horas pasadas las dos (deberíamos hacer caso a Lily, después de las dos de la mañana no lasa nada bueno) me diste unas lecciones de economía aplicada al amor que nunca he olvidado.
Hace ya casi siete años de esa boda, pero han sido muchas las noches que me he acordado de “tu clase”, y hace un par de meses, cuando leí el post de La Recena que se titulaba El coste de oportunidad no pude evitar acordarme de ti.
co2
Siempre te gustó quedar por encima de mí, y por eso te encantaba llevar un año mas en la misma carrera y universidad que yo. Como si yo estuviera siguiendo tus pasos… Y aquel día cuando justo había acabado mis exámenes de primero me preguntaste con una sonrisa si había aprendido lo que eran los costes de oportunidad. Todavía dudo si aquella sonrisa era porque con la pregunta estabas examinando lo que había aprendido en el año o porque sabías que te contestaría con la lección perfectamente aprendida y las palabras exactas que me había estudiado, y te podrías volver a meter conmigo por ser “doña perfecta“.
Para alguien que no sepa lo que es, como bien define La Recena, el coste de oportunidad es el valor de la mejor opción no realizada. Aquello a lo que renunciamos cuando tomamos una decisión
Tú me hablabas de éste coste haciendo referencia al resto de invitados de la boda con los que podríamos estar ligando, y a los que ni tú ni yo estábamos haciendo caso, porque habíamos decidido que la mejor opción éramos nosotros. Hubo muchas noches que siguieron a aquella en la que por mucho que valiese la mejor opción no realizada nos parecía poco alado de lo que valía la opción de estar juntos tú y yo.
co3
Sabíamos que no eso no iba a nada, y es por eso que me preguntaste si sabía lo que significaban los costes de oportunidad, porque sabíamos que estábamos dejando pasar oportunidades por empeñarnos en algo que a todas luces iba a acabar en fracaso. Por algo que no iba a funcionar nos cerrábamos a opciones mucho mejores, pero nos daba igual. Pensábamos que lo bien que lo pasábamos juntos, aunque sólo fuera una noche, nos merecía la pena.
Pensábamos que bailar nuestras canciones y que me cantaras al oído las letras era algo sólo nuestro, y a mí me hacías creer que eso que me decías era verdad. Pensábamos que la complicidad y la confianza que tú y yo llegamos a tener no la tenía cualquiera, y eso nos hacía especiales. Pensábamos que el hecho de que pudieran pasar meses sin vernos y a los cinco minutos de estar juntos pareciese que nunca nos habíamos separado tenía que ser algo especial. Pensábamos en definitiva que no había nadie que encajase mejor que tú y yo juntos, y eso, eso fue nuestro gran error.
co5
Me hizo falta que una tercera persona apareciese para darme cuenta de lo que estaba dejando pasar, de lo que me costaba esas noches contigo que se acababan cuando me iba a casa, esperando al principio ese mensaje que más tarde aprendí que nunca llegaría. Me hizo falta que una noche contigo me hiciera sentirme mal y sentir miedo por poder perder a la otra persona, que estaba conociendo, para darme cuenta de las oportunidades que estaba perdiendo malgastando el tiempo contigo. Me hizo falta que alguien me encontrara y luchara por mi como nunca habían hecho, para darme cuenta del coste de oportunidad que me estabas suponiendo.
Tengo que reconocer, que aunque nuestra historia no fue ni mucho menos perfecta de nuestros errores saqué muchísimas enseñanzas, como la de los costes de oportunidad que ahora que estoy en una situación parecida no puedo sacarme de la cabeza.
Y después de haber pensado tanto en esto, me pongo a darle vueltas, y no sé si está bien o mal pensar en lo que estás dejando pasar cuando decides estar con alguien. No sé si deberíamos de simplemente estar ciegos por esa persona y ni siquiera plantearnos que hay alrededor. Quizás es muy frio y calculador eso de pensar en los costes de oportunidad…co1
Pero lo que si sé es que las oportunidades están ahí y no vuelven. Que si las dejas pasar desaparecerán, y que tenemos una vida y hay que vivirla, así que lo que no puedo hacer es pensar en quién no se lo merece, y dejar pasar oportunidades cuyo coste es mucho mayor que la opción que no me deja verlas.

mentiras de verdad

Perder.
Def. 1. Dejar de poseer determinada cosa a causa de alguna circunstancia.
Def. 2. Dejar de tener determinado sentimiento o actitud.


Me sé de memoria las siete sonrisas que tenía antes de ti.
Ya no atardezco como antes,
No encuentro razones
Y me levanto la piel buscando restos de saliva.
Si te digo la verdad nunca he sabido mentir.
Tampoco sé muy bien de lo que hablo,
Y mucho menos lo que escribo.

Tengo un nudo en la boca del estómago
y no se deshace ni con los dientes de león.
Empecé a quererte un lunes y ahora los viernes me escondo entre gestos de indiferencia.
No sé distinguir entre el dolor y las ganas de follarte.
Tengo en el pecho un campo de flores y estás arrancando cada pétalo con violencia y sin cuidado.

Nunca estás cuando no necesito al resto.

Como si no supieses que a estas alturas lo que da miedo es no tener de dónde tirarse,
Porque el vértigo es que no te des cuenta de que todas las ventanas se están cerrando.
Tampoco me sorprende que ignores de qué manera se me hace sonreír.
Y no tengo ni puta idea de cómo hemos llegado hasta aquí
Pero te juro que no quiero quedarme.

Tengo motivos de sobra para llorar,
Una sensación de tristeza constante
Y el corazón de color negro funeral.

Nos estamos jodiendo la vida cuando deberíamos estar follando- nosla.

Todavía estamos a tiempo de ser canción.

Acuérdate;
querer es poder
y yo te quiero.

Hasta cuando no debo.

El día en que asumí que simplemente no eras para mí

No fue sencillo darme cuenta de que quererte no era suficiente.
Quiero que sepas que no fue sencillo, esto de darme cuenta que quererte no era suficiente. Las películas, los libros, todo a nuestro alrededor nos tiene convencidos de que el amor siempre será más fuerte, y aunque pueda parecer un poco duro de mi parte, creo que en nuestro caso no fue así. No fue suficiente sentir que el corazón me latía cada vez más fuerte cuando tus brazos me rodeaban, ni pensar que finalmente había encontrado la persona con la que construiría mi hogar.
Yo quería seguir tomando tu mano todas las mañanas al salir de casa, quería seguir diciendo buenas noches cada vez que apagáramos la luz incluso si ibas a dormir justo a mi lado. También quería otras cosas que no eran tan buenas como seguir ignorando el vacío en tus ojos y la forma en la que mirabas a otras chicas.
972
@brandymelvillespain
Me negaba a preguntarte aquellas cosas que sabía me llevarían a una respuesta que no quería escuchar, cómo que tan seria era nuestra relación, si es que acaso teníamos algún tipo de exclusividad o si lo que sentías calificaba como amor. Creo que ese fue uno de los errores que cometí, especialmente porque mi intuición me gritaba a todo volumen que debía salir de allí.
El amor no siempre es tan fácil. Hoy sé que también es posible que lo que sintiese por ti no fuese amor porque el amor nunca quita y siempre da con amabilidad y sin pedir nada a cambio. Han pasado los años y he crecido, es inevitable que el tiempo haya pasado y que tu figura se haya quedado atrás. No todo siempre fue tan sencillo como ahora, no siempre fui la misma persona. Hubo meses terribles, meses en los que me ahogaba en el océano y desaparecía entre mi propia angustia y los pensamientos que tanto me aterraban. Yo sabía que un día te irías y no sabía como controlar el miedo que sentía.
973
@brandymelvillespain
El proceso me tomó meses, y es posible que si hubiese tenido un poco menos de fuerza de voluntad me hubiese tomado años, pero decidí que era hora de pensar un poco más en mí. Muchas veces me acusaste de tomar la decisión errónea, de ser egoísta, de negarme a ver lo obvio. Creo que tus palabras tuvieron el efecto contrario al que deseabas y que fueron ellas mismas las que me hicieron despertar de forma tan abrupta.
Tú sólo te amabas a ti mismo y yo no podía seguir entregándote algo que ni siquiera tenía para mí misma. ¿Cómo amarte si ni siquiera lograba amarme a mí? No era posible. Nunca olvidaré el día en el que fui suficientemente fuerte como para tomar la decisión que tanto miedo me había causado. Fue como haberme liberado, como haber abierto una puerta que por mucho tiempo había permanecido cerrada bajo siete llaves.
970
@brandymelvillespain
Aunque suene extraño, quiero darte las gracias, porque fue a través de esta experiencia que aprendí a valorarme y amarme como siempre debería haberlo hecho. Quiero que lo sepas, incluso si tus pasos te han llevado hacia otros lugares. Espero que tú también hayas cambiado y que las chicas con las que te hayas encontrado en el camino hayan sabido diferenciar lo que era real y lo que era sólo fantasía en tus palabras.
Te quise y no me arrepiento, porque supe que seguía siendo lo suficientemente humana como para ser capaz de amar, incluso si no eras para mí.

domingo, 10 de mayo de 2015

Gánate el "no"...

Hay tres momentos clave en una decisión: dónde pones la coma, cómo usas el “es que” y qué pones detrás del pero. Si dices “lo quiero, pero es que es difícil” o “es difícil, pero es que lo quiero”.
Encontrar algo que te gusta de verdad es demasiado difícil como para vestirlo de excusas. O vas o no vas, pero no te andes con rodeos o intentos a medio gas. Un sueño es una pregunta de  o no, es absurdo divagar.
Existe una frase que nunca me ha gustado a pesar de sus buenas y efectivas intenciones: “el no ya lo tienes”. No, el no no lo tienes, hay que ganárselo. No hacerlo sería no hacer justicia con quien sí que va, llama a la puerta, lo intenta y le dicen que no. Cautos y valientes están en lados diferentes de la raya. Hasta el fracaso hay que merecerlo.
Vivimos en una cultura muy sensible al fracaso, donde la gente se prepara para el reconocimiento y no para la gloria. Es en el esfuerzo y no en el resultado donde reside la dignidad. Vale más una derrota en la que los dos equipos compiten en buena lid y máxima entrega que una victoria en la que al otro equipo le han anulado un gol legal o simplemente ha jugado mal. Es más fácil ganar que merecerlo y, sin embargo, se prefiere ganar (a cualquier precio).
La gente se prepara para el reconocimiento, no para la gloria. ”.
Con frecuencia nos creemos que lo importante en la vida es todo aquello que puede compararse, como el dinero, la belleza, el reconocimiento, etc., pero solo son tonterías de quien se mira a través de los ojos de los demás. Si usamos nuestra propia mirada descubriremos que lo realmente valioso es cuánto damos de nosotros mismos y con qué pasión e intensidad nos entregamos: cómo exprimimos cada instante, cómo disfrutamos, cómo nos damos a los demás y cómo rebañamos el plato que cada día tenemos delante.Nuestras vidas serían mucho más ricas sin en vez de medirnos en función de nuestros éxitos o nuestras posesiones nos midiéramos a partir de nuestras aventuras.
Rafael Santandreu repite una y otra vez: “lo que da valor a una persona no es si es rico, elegante o inteligente, sino su capacidad de amar”. Amar entendido como concepto puro y pleno, no como una acción condicional o como un verbo reservado para las relaciones de pareja. Amar es una actitud ante lo que nos rodea: es sentir que eres del mundo y que, de alguna forma, el mundo es tuyo; que no tienes que pedir permiso para lo que por derecho te pertenece y, ni mucho menos, hacerlo a quienes hacen de la risa y la devaluación un modo de posicionarse y saber quiénes son. A fin de cuentas, hagas lo que hagas, siempre habrá en Twitter alguien diciendo que eres idiota. (Pero, ¿quieres saber un secreto que he aprendido? Cree el idiota que el idiota es el otro. Sssshhh).
Olvídate de esos conceptos de supermercado sobre el éxito y el fracaso. Apaga la tele. O, mejor, aprende cuándo cambiar de canal, ‘¡autoedúcate!’. Por todos lados te van a decir que si no ganas no eres un ganador, que si pierdes eres un perdedor, que para ser necesitas tener, que los guapos valen más y que en este mundo sirve hacer o decir cualquier gilipollez para ser reconocido. Ruido. Tápate los oídos, y apuesta por el mundo en el que tú de verdad crees, dejando a un lado si lo consigues o no lo consigues. ¡Eso es ser un ganador! No pienses en los aplausos, porque cualquiera aplaude hoy cualquier cosa. Sé tú quien se aplauda.
Hay dos tipos de personas: los que dicen que algo es imposible antes de intentarlo y los que lo dicen después.”.
Cuando uno elige darlo todo, el resultado se vuelve algo externo ante lo que poco más se puede hacer. No existen las garantías cuando nos vemos mezclados con tantas variables. Sería pretencioso pensar que todo depende de nosotros. La frase “si quieres, puedes” es mentira: si quieres, puede que puedas. La verdadera diferencia está en qué haces ante la incertidumbre, si te rajas o si pruebas. Por eso, hay dos tipos de personas: los que dicen que algo es imposible antes de intentarlo y los que lo dicen después.
No podemos elegir ganar, pero lo que sí que se puede elegir es qué grado de esfuerzo, pasión y atención ponemos en la tarea. En el ruedo de la vida no tenemos control sobre el triunfo, pero lo que sí podemos decidir es con qué traje volvemos a casa, si con uno brillante e impoluto o con uno lleno de barro y agujeros. Uno no puede asegurar una victoria, pero sí puede elegir la calidad, el honor y el decoro de –si ha de darse– la derrota. Si has de perder, que sea merecido. Gánate el no.
Es difícil apostar cuando sabes que puede que no lo consigas. Hace falta mucho coraje para seguir cuando sabes que la recompensa siempre viene con retraso y que este a veces es eterno, pero es precisamente ahí donde está la diferencia entre vivir la vida de otros o vivir la tuya propia, entre un por  y un para, entre quien hace algo para lograrlo y quien lo hace porque lo ama. Vivir en el amor es el éxito más elevado al que puede aspirar un ser humano.
No importa que no lo consigas, importa que estés en la primera línea del campo de tu batalla y que confíes en ti, porque creer en ti no es saber que lo vas a conseguir, es saber que mereces hacer lo que amas.
- “El cementerio está lleno de valientes”, -me dijeron.
- Sí, pero son los que más flores tienen, -respondí.

al final no pudimos salvarnos

Si no hubieras sido tan imbécil podría haberme enamorado de ti.


Al final siempre llega el final –no sé de qué me sorprendo-
Tengo un recuerdo clavado en la garganta
y todavía estoy intentando dejar de sangrar por tus mentiras.

Yo siempre he sido la tonta y tú el imbécil,
yo siempre he sido la canción y tú el ruido,
yo siempre he sido la puta y tú nunca has puesto la cama.

Has dejado de dolerme en el mismo instante en el que te he visto besar la tristeza de otras bocas.
Vuelvo, descalza, y me corto con todo lo que rompiste a tu paso.
No abandono las ganas de matar al silencio, a las horas y a los recuerdos.

He besado el suelo que pisas,
me he tragado tu pasado
y me he raspado con tu corazón.

Tampoco esperaba más de ti; nunca supiste quedarte cuando menos necesitaba al resto.
Nunca fuiste suficiente y a mí nunca me ha gustado ser indispensable.
Siempre quise matar a las princesas para que no me contaras cuentos.

No pienso pedir perdón por los golpes,
ni por la lluvia,
ni por los celos.
Tampoco por el olvido,
ni el miedo,
ni los silencios.

Me he quedado con toda la culpa y deberíamos repartirla a partes iguales;
tú quédate con los polvos que no me echaste
y yo con la mano que nunca llegué a darte.

Me rindo.

He salido a bailar.
Me he bebido Madrid y te he visto en todas las canciones.
He besado un par de bocas y me he follado al idiota de aquel bar de la esquina.
Me he subido la falda, 
me han metido mano 
y me he dejado la sonrisa en casa -no quiero perderla-.

Qué mal se llevan el amor y el sexo.
Qué mal llevo el amor sin sexo.
Qué mal llevo el amor.
Pero no el sexo.

Al final no pudimos salvarnos
y si vuelves será para acabar con lo que nunca empezamos;

Supongo que algún día aprenderé a convertir la rabia en indiferencia.
Supongo que algún día encontraré el buen camino y correré en dirección contraria.


Supongo que algún día…
tendré que dejar de ser tan zorra.

Y tú tan hijo de puta.

pase lo que pase...

Pase lo que pase, antes de saltar, no mires abajo, ¿entendido?
Pase lo que pase.
En esa frase pasan muchas cosas. Pasa que las cosas pueden pasar. Pasa que se necesita un asterisco con tipografía 8 al final de página, que contemple las cláusulas de quien la dice. La famosa frase se ha convertido en nuestra navaja multiusos; la cuestión es que hay veces que se oxida. De no usarla o de usarla demasiado. Y en lugar de una cama de algodón que amortiza, se convierte en una señal luminosa con forma de exclamación que alerta. Por eso ahora, cada vez que escucho “pase lo que pase”, siento ganas de darle al enlace de “leer más”. Ya decidiré entonces si me fío o no. Cuando sepa si incluye “todo” o “casi todo”. O “casi nada”.
Y si te atreves a creerlo a la primera de cambio, te arriesgas. Como quien se arriesga a meterse en una piscina si no sabe nadar. Como quien da todo por los demás confiando en que le devolverán lo mismo.Como quien salta en paracaídas. Como quien se gasta sus ahorros en comprarse lo que quiere en lugar de lo que necesita. Si te atreves a creerte la frase te arriesgas.
Si te atreves a creerlo a la primera de cambio, te arriesgas.
Te arriesgas a tragar agua y que te salga por la nariz, a que no te den ni la mitad de lo que tú das, a que no se abra el paracaídas o a seguir necesitando lo que no te has comprado.
Pero… aprendes a que tienes que mover también las piernas. A focalizarte solo en aquellos que se lo merecen. Y no en los que no. A darle al botón para que se abra el paracaídas y puedas sentir la adrenalina en las venas. Aprendes a ser feliz porque tienes lo que siempre has querido aunque tengas que volver a ahorrar… otra vez.
Y eso, al final, es lo que importa.
Así que trata de leer el asterisco antes de firmar, siempre. Pero si te vuelves a equivocar, haz caso a Pepe Colubi, y disfruta de la caída. Porque quizás la vida sea “un trampolín más desde el que debes saltar sin saber dónde caerás. A lo mejor la vida es eso: continuos saltos al vacío”.
Escrito por Sara

DISFUTA DEL VÉRTIGO

En la sociedad del vértigo, en vez de enseñarnos a disfrutar del camino, nos educan en las prisas por llegar. Alguien debería recordarnos que caer en picado ocurre, que lo contrario de fracasar es no haberlo intentado y que el destino no es a donde vas, sino a donde llegas. Intentarlo es fácil, eso podemos hacerlo todos; conseguirlo ya no lo es tanto. Por el camino se quedaron los que pensaron que vértigo es sinónimo de miedo.
Hay que sentir vértigo, del bueno, del que seduce, porque sentir vértigo no es asomarse a la incertidumbre y temer la caída: es experimentar atracción por la profundidad que se abre ante nosotros; es ser conscientes de que caer es posible. Porque el vértigo no es mirar hacia abajo y plantearte el fracaso, es levantar la cabeza y preguntarte cómo narices vas a subir tan alto, pero sabiendo que al llegar habrá valido la pena.
El crecimiento personal plantea un estilo de vida en el que el desarrollo sea constante. Leer más, viajar lo que se pueda y amar mucho para acabar siendo más y mejor. Y digo mejor porque en esta vida no todo vale. Búscate un objetivo que te emocione y haz que tus piernas tiemblen al asomarte a tus sueños. Disfruta de tu vértigo y sus vistas. Aprende a valorar la incertidumbre.
Haz que tus piernas tiemblen al asomarte a tus sueños”.
Dicen los que saben que el vértigo es una sensación ilusoria que implica movimiento. Sí, has leído bien: el vértigo es una ilusión, una trampa, una mentira que nosotros mismos nos creemos para creer que estamos haciendo algo. Esa definición se la vamos a regalar a los que viven por inercia, a los que creen que el movimiento implica cambio y que la felicidad es un estado de ánimo y no una forma de vida. Toda para ellos.
Nosotros, en cambio, vamos a disfrutar de la incertidumbre. Los puntos finales facilitan demasiado la vida: se acabó y punto, a otra cosa. Por el contrario, los puntos suspensivos hacen de nosotros lo que realmente somos: seres inciertos y llenos de dudas. Porque dudar no es malo, tenlo claro. El “y si…” y el “y por qué no…” han cambiado el mundo a base de derrumbar certezas una a una; han hecho más por la sociedad que el “no y punto”. Cuestiónate el equilibrio, plántate ante él y cuando te pregunten por tus planes de futuro dirás “todos”.
Todos nos volvemos fácilmente explicables cuando sabemos vernos reflejados en las palabras de otro. Quédate con lo que tú quieras, pero quédate con algo. Si te subes a tus sueños y sientes vértigo, alégrate: estás vivo y buscas un cambio. Si pierdes el equilibrio y te acabas cayendo, sonríe: las decepciones existen. Y no pasa nada, lo has intentado. Eso sí, si después de reflexionar conmigo crees que el vértigo sigue siendo algo de lo que asustarse, recuerda que lo contrario del fracaso es no haberlo intentado.
Escrito por Enric Ochoa-Prieto.